Esta práctica consiste en utilizar un tallo de una planta palmera, seleccionando sus partes más tiernas para iniciar un tejido artesanal en forma de zigzag, que culmina con una flor. En algunos casos, se confeccionan siete flores, en alusión a los siete calvarios de Jesús.
El ramito no solo se compone de olivo, sino que puede incluir otras plantas aromáticas como romero, manzanilla o cedrón. Estas hierbas no solo aportan un valor estético y sensorial, sino que evocan el Monte de los Olivos, un lugar de gran relevancia en la vida de Jesús según las Sagradas Escrituras.